Pablo de la Torriente Brau

Nacido en 1901 en San Juan (Puerto Rico) en el seno de una familia de ascendencia española, Pablo crece entre Puerto Rico, España y Cuba, donde su familia se instala en la región oriental en 1909 y luego en La Habana en 1919. Naturalizado cubano en 1921, su entorno familiar patriótico forja su rectitud de carácter, sin frenar su espíritu rebelde y su humor legendario. Lector precoz de José Martí o Edgar A. Poe, redactor de un panfleto antimperialista que publica de niño en un periódico escolar, Torriente Brau continúa su educación secundaria en el este de la Isla (en El Cristo y luego en Santiago de Cuba) y obtiene su bachillerato en La Habana. Con apenas 20 años colabora en un proyecto de construcción de un central azucarero, donde entra en contacto con la dura realidad del campo y los obreros cubanos. Empleado de los periódicos El Nuevo Mundo y El Veterano, dimisionario de un puesto de empleado ministerial por su rechazo a la corrupción política y administrativa, nunca estudia en la universidad, pero frecuenta círculos estudiantiles, profesionales, literarios y militantes, que muy pronto forjan su pluma y su compromiso.

En 1923, año de la Protesta Minorista, es contratado en el bufete de abogados de Fernando Ortiz, del que es secretario científico. Allí se hace amigo del joven poeta comunista Rubén Martínez Villena, al que sustituye, y de Raúl Roa. Hombre orquesta desbordante de energía, escribe como periodista y publica sus primeros cuentos, en un estilo inusual, a finales de los años veinte (entre ellos, Batey. Cuentos cubanos, coescrito con Gonzalo Mazas). Pionero en Cuba del género testimonial, practica un periodismo de investigación imbuido de un nuevo estilo que integra la oralidad de los intercambios con sus interlocutores. Investigador extraordinario y escritor polifacético, Torriente Brau también tiene el heroísmo firmemente adherido a su cuerpo (El Héroe es de hecho el título de su primer cuento) y se entusiasma con el combate. Las luchas antimachadistas lo consagran en los años treinta como un intelectual de la naciente revolución.

En 1931 funda con Roa, desde la cárcel, la organización Ala Izquierda Estudiantil (AIE). Será encarcelado una segunda vez, en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos, experiencia que recoge en Presidio Modelo (1969), una de las primeras obras del periodismo testimonial latinoamericano. Entre los años veinte y treinta, escribe en los principales periódicos y revistas de La Habana: Diario de la Marina, Alma Mater, Revista de La Habana, El Mundo, Bohemia, Social, Carteles, Línea, Orbe y, sobre todo, Ahora. Este último le sirve de plataforma para varias crónicas, entre ellas 105 días preso y, en 1934, Realengo 18. La mayoría de sus escritos son publicados póstumamente.

En 1933 y 1935 se exilia en Nueva York. Allí comienza Aventuras del soldado desconocido (1940), su única novela, inacabada, en la que retrata a un soldado cubano que muere en las trincheras europeas de la Primera Guerra Mundial. Allí crea el Frente Único, órgano de la organización antimperialista ORCA y madura su internacionalismo, acercándose a otros grupos revolucionarios. Convencido al igual que otros, como Carpentier o Guillén, de que se trata de un punto crucial en la historia del mundo, decide en 1936 volver a España al estallar la Guerra Civil. Desde la Península es corresponsal del New Masses (Nueva York) y El Machete (periódico del Partido Comunista Mexicano), y escribe informes y crónicas de la guerra (Torriente Brau, 1938), antes de unirse a una milicia republicana. En diciembre de 1936, después de una vida tan corta como deslumbrante, Torriente Brau muere en combate, cerca de Majadahonda en los alrededores de Madrid, sellando irrevocablemente la historia de su vida, su obra y su compromiso.