La antropología es la ciencia que estudia la cultura y, más propiamente, el cambio, la otredad y la diversidad cultural. Persigue entender cómo los diferentes grupos humanos han evolucionado y se han adaptado a su entorno, organizando sus vidas según sus condiciones concretas de existencia, y los significados y signos que atribuyen a los fenómenos de su entorno natural y su vida social. Para hacerlo, parte de una perspectiva holística, comparativa, relativista y transcultural, privilegiando el trabajo de campo etnográfico como método fundamental.
Sin embargo, esa pretensión totalizadora se desdibuja en múltiples –casi infinitos– campos de atención particular: antropología de la familia y el parentesco; antropología económica; ecológica; política; antropología de las razas, las relaciones raciales y el racismo; antropología de la religión; de la salud; de la educación; de la alimentación; antropología lingüística, de la comunicación; el folclor, etc.
No se excluye tampoco la utilización de métodos diversos, tomados de otras tradiciones disciplinarias, como la historia, la sociología, la lingüística o la psicología. Hoy se acepta, incluso, el acercamiento a bibliografías no antropológicas, como la historia cultural, la crítica cultural o el periodismo de investigación; o la incorporación, como materiales etnográficos, de la literatura –y, en particular, la de viajes– o las descripciones de misioneros y administrativos coloniales; o el rescate de otras narrativas antropológicas construidas desde diferentes posiciones epistemológicas.
La vastedad de una ciencia que pretende estudiar a los grupos humanos desde perspectivas teóricas, metodológicas y temáticas disímiles, y en todas las épocas y espacios, la hace diversa: no puede hablarse de una, sino de diversas antropologías, según tradiciones nacionales, momentos históricos y delimitaciones del objeto de estudio.
De ahí la confusión alrededor del propio nombre de la disciplina: antropología fue en Europa, durante largo tiempo, el estudio natural del hombre (antropología física o biológica), mientras la etnología o la etnografía o la antropología social estudiaban la cultura o la sociedad. En el modelo boasiano (solo estadounidense, aunque bastante extendido en América Latina), la antropología comprende cuatro campos o ramas: biológica, arqueológica, lingüística y cultural; pero estas funcionan de manera más bien aislada. Hoy se ha ido imponiendo, en una variante de compromiso, la designación antropología sociocultural. En nuestro caso, estamos hablando de esta última, pero con una visión inclusiva: no se desechan las incursiones en la antropología biológica, la arqueología o la lingüística, cuando ellas hayan intentado contribuir a responder la «pregunta antropológica» (Esteban Krotz) suscitada por la otredad y la diversidad cultural.